lunes, 24 de noviembre de 2008

140.- Sin título
María, menuda pero fuerte, india, echó a volar por primera vez a los quince cual joven e impetuoso cóndor, como desde protuberancia del Sol, para aspirar el amor del aire andino, con toda la risa de su cuerpo, su raza, su cultura, derrochándola gustosa. Remontando orfandades de afecto y grano. Mas su avidez de felicidad restole, del ave que se sentía, la visión aguda delobjetivo del vuelo. Tampoco acertó al elegir con qué emprenderlo y abrió sus piernas cual alas. Sólo algo equiparó su acto al de la rapaz: la intensidad del vertiginoso descenso.
Trece veces más voló así, quedando sola con los frutos de esos vuelos. Frutos multiplicados, emuladores. Penas para otro vuelo, distinto, a otro norte, cantábrico. Hoy emprende el último, desde villa Irene, calle Sol. Tiene la visión aguda, la sexagenaria, aun hipermétrica, cansada. Ahora sabe, tiene plata, vuelve. Ya tiene bisnietas cóndor de quince. Quizás…

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