martes, 25 de noviembre de 2008

176.- SOLTANDO LASTRE
Una lluvia fina de aguamarina me acaricia la piel. Dejo que el viento caprichoso guíe la nave y estallo en carcajadas, hasta que un grito grave y primitivo surge de mis entrañas; grito hasta vaciar por completo mis pulmones. De vuelta en el muelle, las nubes sueltan lastre. Camino empapada con el paso rítmico e involuntario de un autómata. Por una puerta entreabierta se filtra una cadencia alegre que me envuelve y arrastra al interior, donde las personas charlan, se divierten. Me siento en una mesa y fumo sin parar; la ginebra me acompaña. Pasan los tragos, la realidad se transforma en un remolino confuso de formas y sonidos. Salgo al exterior, me siento en un bordillo. Con la cabeza entre las manos, lloro. Lloro y vomito hasta secarme por dentro. Consigo todo lo que deseo. A veces, tanta felicidad me aturde, me vuelve loca, y necesito desahogarme.

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