lunes, 24 de noviembre de 2008

147.- La calle del Sol
Era un día de lluvia intenso, fuerte, arreciaba el frío, las botas no podían evacuar todo el agua que estaban soportando, iba mirando el suelo, como siempre, con su mano agarrando el abrigo y la otra como podía aguantaba la envestidas del viento gélido sobre su paraguas.
Su cara, fría y blanca, ocultaba su pensamiento, siempre meditabundo, día a día, desde mi balcón, observaba la misma imagen, él, su abrigo, su corbata, sus guantes, su manera de sortear los charcos, típica estampa de un invierno crudísimo, pero sin saber por qué todos los días me asomaba y buscaba su imagen, las cinco y media en punto, siempre la misma hora con la puntualidad británica, pasaba sorteando charcos, sabía exactamente dónde se formaban, el suelo siempre era igual, asimétrico, antiguo, único, zigzagueaba, saltaba, era un ejemplo del tiempo remoto, presente y pasado de ella, era su calle, la calle del Sol.

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