martes, 25 de noviembre de 2008

172.- PLENILUNIO
Llega el plenilunio de cada semana, el momento de abandonar una impertérrita máscara, un molesto y alienante antifaz, que, sin embargo, es posible hacer caer, mas solo durante unas horas. Tiempo suficiente para dejarse arrastrar por la marejada de los sentidos, corriente de pensamiento, que deposita mi consciencia en el recurrente patio de todas mis ensoñaciones: Una calle, que alberga el embriagador latido de los secretos que esconde la noche, de aquello que, únicamente, acontece en umbría situación. Una calle, prófuga de todo convencionalismo y justificación, donde un “¿por qué?” torna en “¿y por qué no?”, al abrigo de una tenue luz, en pugna por traspasar el humo imperante en un cubículo perdido. Un espacio donde vivir espontánea trascendencia, exacerbando sentimientos hasta el paroxismo. Y al fin, como cada noche, al volver sobre mis propios pasos, el único anhelo es regresar con mi espíritu incólume, listo para el siguiente ciclo.

No hay comentarios: