martes, 25 de noviembre de 2008

184.- MICROSITUACIÓN
Volvió al cabo del tiempo. Pero no estaba allí. Claro que no. Qué tonto. Como si el tiempo no pasara. Pero todo estaba tan irónicamente igual. Los balcones continuaban suspendidos sobre la calle mojada, cuatro muchachos fumaban en una esquina y a veces, cuando cesaba de llover, se entreveían los rayos de luna iluminando la noche… la noche, las interminables noches pasadas por agua. “Vuelve, te estaré esperando aquí sin moverme, pero vuelve pronto o mis pies echarán raíces y solo encontrarás un árbol” No había árboles nuevos. Sólo lluvia tenue y charcos, charcos con reflejos de luna; los pisó con tristeza, cabizbajo, despedazando la magia. Emprendió el camino a casa, y, sin quererlo, sus pasos le llevaron empujar una puerta. Era el lugar de siempre, de las citas y las risas, pero ahora él se sentía infinitamente solo… cuando de repente, al fondo del mostrador, una desconocida le sonrió.

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