martes, 25 de noviembre de 2008

187.- El vaso siempre puede estar más vacío
El lunes la lluvia estropeó mis zapatos nuevos.
El martes me robaron la cartera en el metro y esto me molestó tanto que me hizo olvidar los zapatos.
El miércoles no aprobé el examen más importante del año e inmediatamente desapareció la preocupación por la cartera.
El jueves, al bajar las escaleras, resbalé. Me fracturé dos dedos de mi mano derecha y esta vez fue el dolor quien tapó mi suspenso.
El viernes el veterinario me confirmó que al día siguiente debía sacrificar a Lucas.
Aquí se detiene la historia.
Unos piensan que no continúo por miedo a que me ocurra algo peor. A mi me da igual lo que puedan pensar.
Yo solo se que mañana es domingo y me niego a olvidar a Lucas.

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