martes, 25 de noviembre de 2008

191.- San Ezequiel
Las nubes rojas anunciaban viento sur, las hojas marrones de los árboles inundaban la calle, el reloj marcaba las cuatro de la mañana y de nuevo volví a oír el aterrador chasquido de las llaves de Ezequiel en la calle del Sol. El vello se me encrespó, mi corazón estaba a punto de estallar y el único amigo que tenía en mis manos era la inseparable botella de vino. Yo, un vagabundo con experiencia, iba a ser testigo nuevamente de la escalofriante visita.
Ezequiel, un hombre robusto que dedicó toda su vida al antiguo oficio de sereno, abrió y cerró las puertas de los portales de la calle del Sol, hasta el 23 de diciembre de 1940, fecha en que murió asesinado a manos de mi amigo Jeremías Pelayo, apodado entre nosotros como “El Verdugo”, alias que recibió por degollar a los pollos en la plaza de la Esperanza.
Se dijo que lo degolló con un cuchillo en plena calle del Sol como si de un pollo se tratase. Algunos días de viento Sur, a las cuatro de la mañana, el espíritu de Ezequiel vaga por los portales abriendo y cerrando puertas. Los perros ladran, los gatos se esconden y la gente se refugia en sus casas, pero Ezequiel sigue, sigue buscando…

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