martes, 25 de noviembre de 2008

186.- Aire roto.
El aire roto que acompañó la bala, el sollozo que proclamó la vida.
Mi abuela nació el treinta de agosto de mil novecientos treinta y dos. Y don Julián Hernández fue asesinado ese mismo día.
Aquella mañana mi bisabuela lloró doblemente. Por el hombre que murió y por su recién nacida hija.
Y justo en la calle del Sol, donde ahora mi abuela quiere volver a encontrarse con su niñez.

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