miércoles, 26 de noviembre de 2008

198.- Rutina
Como cada día la anciana sale de la tienda de libros antiguos que regenta y camina hacia la iglesia cercana. Se sienta en el último banco y reza sus oraciones. Mientras baja las escaleras hacia la calle, una sonrisa se dibuja en su cara surcada de arrugas: llega el momento más feliz del día. Con paso resuelto, recorre el camino hasta el bar de la esquina. Abre la puerta y se dirige a la silla de la esquina de la barra que ocupa desde hace años. Se sube con soltura y saluda con un gesto mudo al camarero. Él, como cada día, le sirve una Coca-cola con un solo hielo y una rodaja de limón, y un platito de patatas que ella devora con avidez entre sorbo y sorbo. Al terminar, deja unas monedas sobre la barra y sale del establecimiento satisfecha. Solo espera que llegue pronto el día siguiente.

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