martes, 25 de noviembre de 2008

166.- SIN DESTINO
Nada turbara evidentemente el silencio de estas horas, nada. El velero que en fin se apaga, se apaga como mi alma, que ya no tiene fuerzas.
El cielo estas mas gris; mas gris el camino, y por mas que he gritado, mi voz no recoge respuesta. Ya me ha cansado. Mi vela, la vela que antes me llevaba, ahora esta plegada y como rendida en borbollones de de aire, ya no la levanta… nadie.
Y la tarde se hace cada vez mas gris a estas horas y hay una isla mas allá a mi frente, por donde yo jamás habré de llegar ni pisar.
Y sentado por fin, entonces, junto a la proa, con la vela remangada por el viento, espero solo mi destino, virando y virando, a la deriva sin destino…

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