domingo, 2 de noviembre de 2008

5.- Las sombras de las calles en sol”
Ni la casa de dios, adrede la minúscula, ni la de los hombres, adrede la minúscula también, dan cobijo a tu soledad. La mía es hermética a más tristezas. Mis balcones, allende generosos, se cierran ahora con las persianas del olvido. Yace mi cuerpo en una cama de sábanas rancias a la espera de que cese el olvido sobre mi persona y descubran mi muerte. Ya no importa, pero huele.
Tu, abajo, en la calle del sol en sombra, pisado por amarguras y borracho de sin sabores, deseas que uno de estos inviernos el hielo queme tus huesos y por fin tengan tumba. Ni yo en un segundo piso millonario, ni tú sobre baldosines grises vomitados, encontraremos en esta vida descanso.

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