Todos los días a la misma hora se asomaba a la ventana, con la única intención de mirar su calle, la calle que tantos recuerdos le guardaba y a la cual sentía como una amiga, una amiga discreta…ya que a nadie le contaba sus secretos…los de Erika…
Erika tenía 31, estaba acabando su licenciatura de filología francesa. Estaba acostumbrada a los distintos comentarios acerca de su tardanza en madurar, en acabar su carrera y en ponerse a trabajar…
No tenia prisa por crecer, no quería crecer sin recuerdos…creía que solo los que la página de un libro le podía proporcionar no eran suficientes, necesitaba llenar su vida con algo más…
Erika sabia que cuando terminase quizás ya nada la detendría en aquella ciudad, ni siquiera su calle, la que tantos secretos le guardaba…
Pero ya era hora volar…volar para descubrir más ciudades…ciudades, llenas de calles…
Erika tenía 31, estaba acabando su licenciatura de filología francesa. Estaba acostumbrada a los distintos comentarios acerca de su tardanza en madurar, en acabar su carrera y en ponerse a trabajar…
No tenia prisa por crecer, no quería crecer sin recuerdos…creía que solo los que la página de un libro le podía proporcionar no eran suficientes, necesitaba llenar su vida con algo más…
Erika sabia que cuando terminase quizás ya nada la detendría en aquella ciudad, ni siquiera su calle, la que tantos secretos le guardaba…
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