49.-LOS OJOS DE “EL SOL”
Salía… él entraba.
- “¡Hola! … ¿te acuerdas?”
Miro al muchacho –no lo conozco- unos veinte años, moreno, ojos negros, sonríe …
Esos ojos …
Pellizco en el estómago. Recuerdos: años ochenta, trabajo de verano, universitaria progre. Así la conocí –“ en la amistad como en el amor, también existe el flechazo” - decía y me abrazaba riendo con esa misma risa cálida, sin complejos, contundente como el astro que da nombre a la calle en que vivía –“ aunque los curas no quieran, es “Del Sol “ - decía voluptuosa en aquel bajo lúgubre, sin retrete, colchón al suelo –“pobreza libertaria” – añadía y todo era posible…
Hoy la casualidad saliendo del Rubicón. La calle se ha vuelto sepia. Esos ojos… El pellizco cede y brotan las contenidas lágrimas de impotencia y dolor quince años atrincheradas por la amiga que segó el cáncer de mama… :
-“¡Eres el hijo de Teresa!”
La abrazo y la calle es El Sol.
Salía… él entraba.
- “¡Hola! … ¿te acuerdas?”
Miro al muchacho –no lo conozco- unos veinte años, moreno, ojos negros, sonríe …
Esos ojos …
Pellizco en el estómago. Recuerdos: años ochenta, trabajo de verano, universitaria progre. Así la conocí –“ en la amistad como en el amor, también existe el flechazo” - decía y me abrazaba riendo con esa misma risa cálida, sin complejos, contundente como el astro que da nombre a la calle en que vivía –“ aunque los curas no quieran, es “Del Sol “ - decía voluptuosa en aquel bajo lúgubre, sin retrete, colchón al suelo –“pobreza libertaria” – añadía y todo era posible…
Hoy la casualidad saliendo del Rubicón. La calle se ha vuelto sepia. Esos ojos… El pellizco cede y brotan las contenidas lágrimas de impotencia y dolor quince años atrincheradas por la amiga que segó el cáncer de mama… :
-“¡Eres el hijo de Teresa!”
La abrazo y la calle es El Sol.
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