48.- LA HISTORIA
Los balcones enfrentados se inclinaban saludándose. Se encontraban tan cerca unos de otros que podían contarse historias, historias de gentes que caminaban de noche y desaparecían de día, como lechuzas andantes.
Una noche, un balcón escuchó una historia, tan triste, que por sus cristales rodaron gotas de agua. No llegó a verla, y poco después le pareció que se alejaba.
La triste historia flotó lentamente hacia el final de la calle, donde las casas se separan, se abren como pájaros que levantan el vuelo asustados, donde sus ventanas no pueden hablarse y no pueden reflejarse las unas en las otras. La historia llegó como un rumor lejano, y en la cuesta del fondo perdió pie y, al amanecer, se evaporó.
Una noche, un balcón escuchó una historia, tan triste, que por sus cristales rodaron gotas de agua. No llegó a verla, y poco después le pareció que se alejaba.
La triste historia flotó lentamente hacia el final de la calle, donde las casas se separan, se abren como pájaros que levantan el vuelo asustados, donde sus ventanas no pueden hablarse y no pueden reflejarse las unas en las otras. La historia llegó como un rumor lejano, y en la cuesta del fondo perdió pie y, al amanecer, se evaporó.
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