47.- VIEJOS TIEMPOS
“Por los viejos tiempos” –dijo Fabio entrechocando la jarra con su antiguo camarada. Pensó en la novia que le había robado y se le agrietó el alma. El bar seguía como lo recordaba. La mesa del rincón dónde la baraja había decidido que marchara, todavía debía guardar la muesca hecha a navaja. La vida no le había tratado demasiado mal. Ni las arrugas ni las canas daban muestra de ello, pero por dentro, ni un solo segundo había dudado que volvería. Y allí estaba, frente a Ponti, intentando disolver el nudo de la garganta. Le dio dos palmadas en la espalda, echó una gota de veneno y pensó que el pasado debía quedar atrás. Se dijeron “Salud” y bebieron. Ponti cayó fulminado. “Un infarto”-dijeron. Fabio, que acababa de ajustar cuentas, sonreía como si se hubiera arrancado años de la piel. “Por los nuevos” –y terminó de apurar su copa.
“Por los viejos tiempos” –dijo Fabio entrechocando la jarra con su antiguo camarada. Pensó en la novia que le había robado y se le agrietó el alma. El bar seguía como lo recordaba. La mesa del rincón dónde la baraja había decidido que marchara, todavía debía guardar la muesca hecha a navaja. La vida no le había tratado demasiado mal. Ni las arrugas ni las canas daban muestra de ello, pero por dentro, ni un solo segundo había dudado que volvería. Y allí estaba, frente a Ponti, intentando disolver el nudo de la garganta. Le dio dos palmadas en la espalda, echó una gota de veneno y pensó que el pasado debía quedar atrás. Se dijeron “Salud” y bebieron. Ponti cayó fulminado. “Un infarto”-dijeron. Fabio, que acababa de ajustar cuentas, sonreía como si se hubiera arrancado años de la piel. “Por los nuevos” –y terminó de apurar su copa.
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