domingo, 16 de noviembre de 2008

62.- NO CORTA EL MAR SINO VUELA".
Velero de velas veleidosas. Mástil dócil en la calma. Cegador celaje cerrado. Lejano faro cercano. Quilla perfilando las olas. Ociosos marineros vigorosos.
¿Y si de repente el aire enloquece, corre, vuela, sopla, revive?
¿Y el agua se embravece, se agita, se encrespa, salta, choca?
Atención: velas hinchadas, mástiles tensos, celaje revuelto, destellos del faro, vendaval incontrolable, olas descomunales, marineros trajinando.
Sorpresa: ¿qué es lo que ha cambiado?, ¿de dónde surge tanto viento, tanta agua, tanto movimiento?, ¿dónde se escondía semejante fuerza, tamaña energía, tremendo caos?.
Conclusión: Amaina la tormenta, cesa la lluvia, se afloja el velamen, se relaja la marinería, sosiego absoluto, silencio total.
Y sin embargo, la calma llega cargada de nostalgia, la tranquilidad resulta tediosa, la paz abrumadora.
Añoranza de la tormenta, de la vitalidad, de la fuerza, de la potencia, ¿tal vez de la vida?. Elogio de la lucha eterna e imprevista, desprecio de la huida temeraria.

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