domingo, 16 de noviembre de 2008

67.- Gotas.
No podía dejar de mirarlos. Refugiados bajo sus paraguas, la lluvia tintando el cielo de gris, la humedad envolviendo el espacio. Sus ojos a pesar del frío, brillaban felices. Parecían vivir un tranquilo instante con la obstinada complicidad del tiempo que siempre compartirían, bajo la lluvia o el sol más inclementes. Había una historia, un pasado y un futuro. En su sencillez era un instante hermoso.
El cristal estaba empañado, el calor del local resultaba asfixiante. Yo estaba allí, abrigada por la madera, los amigos, las risas y sin embargo tenía frío. Ningún paraguas podía soportar la lluvia que sin verter arrasaba mis ojos. Quedaría contenida en espesas nubes de dolor, de soledad. La amistosa charla que me rodeaba no significaba nada, era solo ruido. Su voz no estaba tejida entre el resto.
Yo estaba allí fuera, bajo las gotas, transparente, añorando un susurro cálido que descongelase mi corazón.

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