66.- Charlando bajo la lluvia
Mi esposo me invitó a tomar una cerveza ese atardecer de sábado. Al mediodía empezó a llover pero insistió en que no canceláramos la salida. Le avisé a nuestros hijos quienes, absortos en sus estudios, ni me escucharon.Tomamos nuestros paraguas y nos fuimos.
Me pareció divertida la idea de conversar bajo la lluvia como dos adolescentes. Rememoré el tiempo cuando éramos novios y todo era risas y amor. Tal vez José quisiera demostrarme que aún era su muchachita a pesar de lo distante que se comportaba últimamente. Lamenté no haberme arreglado un poco más para estar acorde con su intención romántica. Mientras bebíamos hablábamos de trivialidades. Miré los árboles mojados mientras José dejaba su vaso a un lado. Sus palabras llegaron entremezcladas con el ruido de las gotas en mi paraguas: “María, quiero el divorcio”
Mi esposo me invitó a tomar una cerveza ese atardecer de sábado. Al mediodía empezó a llover pero insistió en que no canceláramos la salida. Le avisé a nuestros hijos quienes, absortos en sus estudios, ni me escucharon.Tomamos nuestros paraguas y nos fuimos.
Me pareció divertida la idea de conversar bajo la lluvia como dos adolescentes. Rememoré el tiempo cuando éramos novios y todo era risas y amor. Tal vez José quisiera demostrarme que aún era su muchachita a pesar de lo distante que se comportaba últimamente. Lamenté no haberme arreglado un poco más para estar acorde con su intención romántica. Mientras bebíamos hablábamos de trivialidades. Miré los árboles mojados mientras José dejaba su vaso a un lado. Sus palabras llegaron entremezcladas con el ruido de las gotas en mi paraguas: “María, quiero el divorcio”
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