domingo, 16 de noviembre de 2008

65.-TEÓDULO Y AUDOMARO EN EL BAR RUBICÓN
- Mientras bebemos unos blancos voy a relatarte una historia, Teódulo, a ver si me crees.
- Adelante, Audomaro, no te cortes, aunque si te cortas, tengo tiritas a mano.
- ¡Qué gracioso, Teódulo! Por algo eres mi mejor amigo. ¡Brindemos! El caso es que ayer me atropelló un camión y mi vida transcurrió delante de los ojos: recordé la infancia, jugando a las canicas; volví a ver a Aureliana, mi primera novia; sonreí al ocupar mi primer puesto de trabajo; rememoré la ocasión en que se inició nuestra larga amistad y, en ese instante, anhelé con todas mis fuerzas poder despedirme de ti…
- Oye, ¿qué cuentas? ¡No estás muerto, estás aquí!
- Sabía que no me creerías. ¡De todas formas, brindemos!
Justo cuando brindaron por segunda vez, Audomaro se desvaneció instantáneamente cual voluta de humo, dejando a solas a Teódulo, incrédulo.

No hay comentarios: