64.-SUCEDIÓ EN LA CALLE DEL SOL
- Lo harás bien, hijo. Al fin y al cabo, eres un Palomera.
- Estoy harto de fallar. Esta vez no os defraudaré. ¡Deseadme suerte!
Palomera júnior se echó a volar desde la repisa de la ventana. Toda la calle del Sol era ahora de su dominio, pero enseguida seleccionó un objetivo.
- Palomita mía, míralo bien. Ése que aletea es nuestro hijito. – dijo el señor Palomera, tan emocionado como su esposa, la señora Palomera.
– Puede que al fin se gradúe. ¡Oh, no puedo mirar!
- ¡Esposo mío, ya puedes abrir los ojos! ¡Nuestro hijito lo ha conseguido!
Palomera júnior por fin se había graduado. Contento, regresó junto a sus alborozados progenitores para celebrar la hazaña.
Mientras, abajo, en la calle del Sol, un señor mayor sacaba un pañuelo del bolsillo de la chaqueta, al tiempo que se lamentaba:
- ¡Asquerosas palomas!
- Lo harás bien, hijo. Al fin y al cabo, eres un Palomera.
- Estoy harto de fallar. Esta vez no os defraudaré. ¡Deseadme suerte!
Palomera júnior se echó a volar desde la repisa de la ventana. Toda la calle del Sol era ahora de su dominio, pero enseguida seleccionó un objetivo.
- Palomita mía, míralo bien. Ése que aletea es nuestro hijito. – dijo el señor Palomera, tan emocionado como su esposa, la señora Palomera.
– Puede que al fin se gradúe. ¡Oh, no puedo mirar!
- ¡Esposo mío, ya puedes abrir los ojos! ¡Nuestro hijito lo ha conseguido!
Palomera júnior por fin se había graduado. Contento, regresó junto a sus alborozados progenitores para celebrar la hazaña.
Mientras, abajo, en la calle del Sol, un señor mayor sacaba un pañuelo del bolsillo de la chaqueta, al tiempo que se lamentaba:
- ¡Asquerosas palomas!
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