lunes, 17 de noviembre de 2008

87.- Rendición
Había llovido toda la noche.
Cata encendió despacio otro cigarrillo y se aproximó a la ventana sintiendo alivio al descubrir que la espera había terminado.
Se deslizaba entre la cafetera y la mantequilla, cuando el agua ardiendo le devolvió la conciencia de su cuerpo. No logró entonces esquivar su imagen proyectada sobre el cristal de la ducha así que degustó el desamor por unos instantes y dejó que los restos de su orgullo se colaran por el desagüe.
La taza entre sus manos la condujo al viejo puesto de vigilancia, ahora acariciado por una leve claridad.
No llegó.
Al salir del portal, el aire frío encogió sus pupilas y rebuscando las llaves del coche, llegó hasta el bar. Sin pensarlo se sentó, como solían, jugando a adivinar los dibujos escondidos en la mancha de humedad. Decidió que lo peor ya había pasado.

No hay comentarios: