88.- Sin título.
La lluvia caía incesante golpeando el frio metal de los coches aparcados. Solitarias aceras invitaban a entrar en aquel bar. La puerta me dió paso al recibidor, lleno de panfletos. Toda una agenda cultural dispuesta. Escuchaba el murmullo de la gente que había dentro. Era como dialogos de múltiples peliculas reunidas, juntadas con una misma melodía de fondo. Sonaba bién así que decidí traspasar la segunda puerta.Collage de personas llenaba el lugar dando calidez a la noche de perros que esperaba fuera. Pedí una cerveza que pude acompañar con palomitas en la socorrida barra. En el apogeo de mi bebida, alguién se me acercó, iba a pedir unos mojitos. La tardanza del camarero desembocó en una agradable conversación que duró toda la noche y descubrir, no solo a aquella persona sino también a una calle llena de vida, la calle del Sol, escondid@ en el regazo de la Luna.
La lluvia caía incesante golpeando el frio metal de los coches aparcados. Solitarias aceras invitaban a entrar en aquel bar. La puerta me dió paso al recibidor, lleno de panfletos. Toda una agenda cultural dispuesta. Escuchaba el murmullo de la gente que había dentro. Era como dialogos de múltiples peliculas reunidas, juntadas con una misma melodía de fondo. Sonaba bién así que decidí traspasar la segunda puerta.Collage de personas llenaba el lugar dando calidez a la noche de perros que esperaba fuera. Pedí una cerveza que pude acompañar con palomitas en la socorrida barra. En el apogeo de mi bebida, alguién se me acercó, iba a pedir unos mojitos. La tardanza del camarero desembocó en una agradable conversación que duró toda la noche y descubrir, no solo a aquella persona sino también a una calle llena de vida, la calle del Sol, escondid@ en el regazo de la Luna.
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