lunes, 17 de noviembre de 2008

77.- Sin título.
Con puntualidad Británica, después de dejar todo recogido y dar un beso al amor de su vida, cogía el gabán, esperaba a Irina y se iba a jugar la partida. Era el mejor momento del día, sus amigos y el ambiente confortable de “su bar” le reconciliaban con el mundo. Durante tres horas volvía a ser él; en cada “envido” “paso” y “quiero” olvidaba los estragos que el Alzheimer había hecho en la mujer que compartió con él los últimos cincuenta años. No le conocía, no hablaba, pero su sonrisa era el cielo. Estas Navidades venían los nietos desde Méjico. Estaba radiante, pero no sabía que hoy había visto la sonrisa amada por última vez. A partir de ahora, el afecto y el calor lo hallaría en sus amigos y compañeros de tantas tardes, y “su bar” pasaría a ser algo muy parecido a “su hogar”.

No hay comentarios: