lunes, 17 de noviembre de 2008

91.- Sin título.
“La vida es como un traje de Armani que nos sienta como el culo”, dijo mientras lamía la sal de su mano, preparada para el tercer tequila de la noche. “Ya te ha dado la vena filosófica”, le dije con una sonrisa. Ella no me hizo caso y siguió divagando. “Al traje le puedes hacer mil arreglos; subirle los bajos, estrecharle la espalda, cortarle las mangas… Así puedes hacer que te quede más o menos aceptable. Obviamente, ya nunca será un Armani, ni siquiera se le parecerá…” Brindamos y tomó de un trago el licor. “Algunas personas”, prosiguió, “tienen mucha habilidad y consiguen que su traje sea más que aceptable, incluso envidiable. Otros nos conformamos con que nos tape las vergüenzas”. Callamos y, por un momento se fue muy lejos del Rubicón. “Te quiero” dije al fin. Me volvió a mirar, sonriendo, “pensaba que no lo ibas a decir nunca”.

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